marzo 29, 2015

Adictos a la escritura: Dos Plumas

Hola!!!! Marzo llega a su final y con ello la fecha de publicación del proyecto Dos Plumas. Trabaje con Jose Luis, nuy lindo y amable,  si mas pasamos al relato.

Dragón Rosa y Jose Luis click aquí

Violet

Todos hemos visto pasar por el cielo  algún avión, pero pocos han visto volar uno rosa con letras doradas, VM. Un lujoso avión privado que pertenece a la señorita Violet, una chica  muy guapa de veinticinco años. Sus padres la han llamado con urgencia para que vuelva a los Estados Unidos y de mala gana ha interrumpido su caprichoso viaje por el Caribe. Su coraje no le dejo ver el nerviosismo en la voz  de su papá.

Violet llega a Nueva York antes de lo previsto y sin perder un minuto  llama a sus amigos. Hoy viernes, empieza la fiesta. Para ella un buen viernes se empieza gastando unos dólares en las boutiques de la gran manzana, comprando  desmedidamente ropa de diseñador y otras cosas sin ningún límite. Durante la noche visita cada uno de los antros y cantabares más caros de la ciudad.
Entre risas, música, bebidas y amigos llegó el sábado. Al fin los señores Marshall lograron comunicarse con su hija y tener lo que se dice una junta de emergencia. Llegaba malhumorada, no había dormido prácticamente nada y ya es medio día. El sol entraba por las amplias ventanas del lujoso departamento, atravesó la sala para poder llegar al balcón.

—Al fin te dignas en llegar. — dice su padre tratando de mantenerse en sus casillas.
—Violet, que parte de “nos urge hablar contigo” no has entendido. — reprendió la señora Marshall.
— Tranquilos ya estoy aquí. Digan, ¿Qué es más importante que ir a relajarme al spa?

Sus padres se miraron, creyeron poder tener las palabras indicadas pero en realidad no. El señor Marshall respiro hondo y  comenzó a hablar.

—Hija, las cosas a partir de mañana van a cambiar. Lo siento no sé cómo explicarlo... Discúlpanos por no haberlo dicho antes...
—Papá no entiendo,  ¿Por qué rayos dices que las cosas cambiaran? es perfecta nuestra vida. ¡Ah ya se! ¡Nos vamos de Nueva York a vivir a Europa! — anuncio a grititos y saltos, Violet siempre había deseado vivir en Europa.
— ¡No Violet! Eso no, cálmate y toma asiento. Deberías empezar a madurar, ya no eres una adolescente. — El señor Marshall  está a punto de perder la paciencia.
— ¿Qué cosa dices?  Esto parece divertido, está bien me sentare— Violet se empezaba a reír.

Ahora sí, su padre ya había perdido la paciencia. Y empezó a dar órdenes. — ¡A partir de hoy están prohibidas tus saliditas y tus supuestos viajecitos culturales! Sé que te la pasas de antro en antro.
La joven estaba confusa su padre jamás le había hablado de esta manera. Y cuando estaba a punto de hablar siguió con su discurso.
— Mañana nos vamos a las 4 a.m a la casa de campo. Llegaremos al medio día y hablaremos de lo sucedido. Tenemos cosas muy importantes que definir. Pasaremos los siguientes días allá con una familia muy importante que llega de visita al país. Así que, compórtate. Queridas las quiero espectaculares, ahora mismo se van  a la sala de spa. Violet sorprendida obedeció a su padre sin pero alguno, sabía que había algo más, su mente divago en muchas posibilidades pero ninguna fue acertada. Estaba muy lejos de la realidad.
Ya está todo listo para la llegada. Y esto aumentaba la curiosidad de Violet, no dejaba de pensar que las visitas fueran clientes de su padre. Pero este comportamiento le indicaba algo más. Y dos horas antes de la reunión el señor Marshall no podía retrasar más la noticia.
Los tres estaban en el salón. Hablaron un buen rato sobre el comportamiento de Violet quien de mala gana cumpliría con cada consejo.

—Papa ya sabes bien que no soy un desastre y sé estar a la altura de las situaciones. Contéstame lo principal ¿Quiénes son estas personas tan importantes y a que rayos vienen?— Violet pregunto de manera directa.
—No sé cómo empezar. — Titubeo el señor Marshall. No podía hablar. Y su madre tomo las riendas, no le gusta andar con rodeos.
—Violet hija, antes que nada debes saber lo mucho que te amamos. Todo empezó hace veinte años. El administrador de la empresa en la que empezó a trabajar tu padre le tenía envidia pues en poco tiempo logro ser la mano derecha y socio del jefe. Algo que el llevaba buscando durante años y lo no conseguía. Y lo que hizo fue llevar el negocio a la quiebra pero se las ingenió para que las pruebas acusaran a tu padre como el culpable. Lamentablemente su socio no creyó  que todo fuera una trampa. Tal era su coraje que tuvimos que escapar por un tiempo. Pero logro dar con nosotros y nos amenazó de muerte. Tu padre conoció a un hombre que sabía lo sucedido y después de toda una tarde de negociar logro darnos paz y bienestar.
— ¿Negociar qué?, ¿Cómo logro deshacerse del socio de papa?— el corazón de Violet daba un vuelco, no podía creer todo esto.
— Lo mato sin dejar huella— dijo de manera seca el señor Marshall. — Hija, estaba desesperado y aquel señor me dio una posible salida, así que me pidió que trabajara para él.
Vio mi capacidad para llevar negocios, así que yo era su llave para tener una empresa fuera de su país. Afortunadamente todo ha salido bien. Pero...
—Pero ¿Qué papá? Que más hay detrás de todo esto. Quiero saberlo todo.
— Violet, hubo otra condición, me rehusaba pero al final no hubo escapatoria. Acepte. La parte del trato es que su hijo y tú os casaríais al cumplir tu veinte años. Violet estas comprometida. Pronto te casaras.

Al fin el señor Marshall lo dijo con un gran dolor en su corazón. Violet se negaba y no dijo nada se sintió asfixiada y salió hacia su habitación. Violet sentía gran rabia, decepción y una profunda tristeza. Después lo único que pensaba era, ¿Qué pasara si no acepto casarme?

Se iba haciendo de noche y llegaron los invitados, llegaron los padres con Gerardo, el futuro marido de Violet.
— ¡Hija baja, que acaban de llegar! —Violet se estaba animando, no tenía que notarse que se había pasado la tarde llorando de rabia, tenía que comportarse y aún no estaba todo perdido.
— ¡Ya bajo! —contesto, cerro su habitación y comenzó a bajar las escaleras.

Allí estaban los amigos de su padre y su futuro marido. Lo vio por la espalda y no se lo creía, era fuerte, moreno y musculoso. Casi al llegar al final de la escalera notaron que Violet estaba allí y se giraron. No se lo podía creer, incluso era guapo.
—Hola Violet, encantado de conocerte. —Lo dijo con una voz tan dulce que se le olvido hasta como se llamaba.
—Lo mismo digo —pudo contestar a duras penas. Sin darse cuenta se ruborizo y miro hacia abajo, como arreglándose la falda.

Comenzaron a comer, discurriendo la cena muy relajada y divertida. Gerardo era muy amable y simpático y se había ganado a Violet. Al final hicieron un brindis por las dos familias, pero hasta ese momento nadie dijo nada de la promesa que existía.

— ¿Por favor Violet, podemos salir al jardín un momento? ¡Disculparnos un momento! —Dijo Gerardo a Violet, ayudandola a levantarse y salieron al jardín.
Violet, comenzó a temblar, sabía lo que venía ahora y no le importaba en absoluto, con Gerardo iría al fin del mundo.
—Violet, eres preciosa, te admiro mucho por tu entereza sabiendo lo que nuestros padres habían acordado hace mucho, no sé cuándo te has enterado, pero me enteré hace dos días.
—Me ha pasado igual, pero eres distinto a lo que había imaginado.
—Tengo un gran pesar, te tengo que confesar algo. No me atrevo a decirlo pero te lo tengo que contar todo. Soy gay. Si me lo pides, por ti sería capaz de cambiar pero quiero que lo sepas.

A Violet, se le hundió el mundo, tenía que casarse con un hombre que no conoce pero que resulta que le gusta y le sale gay. No sabía que decir y menos salir corriendo y decírselo a sus padres. Y lo peor de todo es que tendrían que casarse, así lo habían acordado sus padres. Comenzó a angustiarse, necesitaba un sitio donde descansar y meditar antes de enfrentarse a sus padres y a Gerardo. Busco con la mirada y vio un banco de madera.
—Gerardo, necesito sentarme, ¡vamos! —Gerardo la acompañaba como un corderito, se le notaba que estaba en otro sitio.
—Violet, ¿Qué te parece si te presento a mi novia? —Le dice Gerardo muy serio. Poco le falta a Violet para desmayarse, pero se quedo palida del todo.
— ¿Pero cómo dices novia, es chico o chica? —Dijo poniendo una cara de sorpresa, incredulidad y resignación. No se lo podía creer que le estuviera pasando a ella.
—Es chico, se llama Ramón. ¡Voy a buscarlo! Sabe nuestro problema y está aquí en el jardín.
— ¡Ramón, Ramón! — llamaba Gerardo. En esto que detrás de un matorral de rosas salió Ramón.

Si Gerardo estaba bueno, Ramón estaba mejor. Violet no se lo podía creer, toda la vida de fiesta en fiesta y nunca se había encontrado con dos tíos así. Ramón se acercó a la pareja dando a ambos un suave beso en los labios.
—Hola, queridos. Os he estado oyendo y he pensado que tengo la solución a todos los problemas. —Se hizo un silencio, se sentaron los tres en el banco, Violet en el medio. Ramón cogió las manos de ambos y les dijo.
— ¡Nos casamos los tres!




Saludos Jose Luis...