marzo 27, 2014

Adictos a la escritura: El desafió

Hola! Aquí esta mi relato de este mes, no creí participar pero ha salido una idea de ultimo momento, para continuar las lineas de OFELIA, espero le guste. No te olvides de comentar :) Gracias.

Recuerdo cuando llegaron en primavera, a la vez que las aves zancudas que se quedan a vivir en las salinas. Ellos también trajeron hombres que caminaban con zancos y cabezudos que asustaban a los niños pequeños. A mí lo que más me gustó al principio fueron las fieras; yo que nunca había visto a leones y tigres de cerca, me quedé petrificada cuando uno de ellos se levantó en su jaula y se giró para mirarme; de repente, me entraron ganas de hacer pis, y tuve que ir corriendo al bosque de pinos enanos que hay junto al camino de tierra... (De Ofelia).

A mi abuelita Chayo, no le agrada que entre al bosque, siempre me dice que es engañoso. Pero es un lugar bonito y a veces me paseo por él para recoger flores, sin perder de vista el camino de tierra. Aunque me cause un poco de miedo. Pero cada que llego y veo el rostro de alegría de mi hermano Alex, pienso que vale la pena arriesgarse un poco. Le encanta que el florero de mamá este lleno, creemos que a ella le encanta verlo desde el cielo.

Después de varios minutos caminando y con un puñado de flores de varios colores logre ver la casa donde vivo pintándose de tonos naranjas y brillantes amarillos, el sol está a punto de esconderse para dar paso a la noche. Empiezo a correr lo más que puedo, me alegra sentir en mi rostro como me choca el aire y produce juguetonas ondas con mi cabello. Me emociono más a ver cómo crece mi sombra en la puerta de madera, pues sin duda este es el único  momento del día en que todo parece ser perfecto, pues no solo veo a mi hermano Alex sonreír, me recuerdo no perder la fe.

Empujo la puerta y entro gritando el nombre de mi hermano llego a su cuarto y dejo las flores en la mesa de madera lo levanto de su cama y con un poco de trabajo lo movemos a la silla entre mi abuelita y yo. Abro la ventana y observamos la puesta del sol bañándonos con los últimos rayos del día. Y justo cuando veo aparecer la primera estrella  pido el mismo deseo de siempre. Que mi hermano vuelva a caminar.